Una tarde cualquiera

octubre 19, 2008 at 2:43 am Deja un comentario

Hace como seis años fui al Antiguo Palacio del Arzobispado a escuchar música antigua… aquella tarde-noche hacía frío, como hoy, y en los bolsillos llevábamos credencial de estudiante, un billete de baja denominación (suficiente para la entrada al concierto y un café quizás) y un par de boletos del metro. Esa tarde en el hermoso patio sonaron notas barrocas, que acompañaban a las velas que iluminaban de amarillo. Yo no llevaba bolsa, recuerdo, los celulares no eran indispensables, y ni tu ni yo teníamos miedo de caminar por el centro de noche. Salimos del concierto y me invitaste a tomar un café, las tardes las disfrutábamos con café, tu cigarro y nuestra interminable y fluida plática; eso era suficiente en aquel entonces. Caminamos hacia el Café Tacuba, pero al llegar encontramos demasiada gente esperando mesa; no podíamos esperar mucho porque mi mamá me iba a regañar si nos tardábamos. Así que caminamos y encontramos un café curioso, de esos que yo digo que parecen de «película del 9» muy iluminado, grande, con pisos gris claro y sillones anaranjados; decidimos entrar y pedir algo para «merendar» pan y café, como siempre. Pan y café suelen ser suficientes. Hay cosas simples, tan simples que se olvidan.

Hoy, seis años más tarde, tomé el metro, bolsa en mano, celular atado a mí y me dirigí al Antiguo Palacio del Arzobispado para escuchar, obviamente (porque me encanta) música antigua. Llegué y me sorprendió la pregunta «¿trae credencial?» y pensé: -¿Credencial? ¿de qué?, ¿del trabajo, IFE?, mmmm carajo- «No». Ya no soy estudiante, ya no somos estudiantes, ni nos sobra el tiempo como antes, ni nos falta el dinero y sí nos hemos llenado de deberes y de temores tan innecesarios. ¿Bolsa de mano? carajo!!! ¿para qué?, ¿Cien pesos? antes no sé cómo, pero en serio, sobrevivíamos perfecto con la mitad. En fin, cómo cambian las cosas, y cómo cambio yo y cuánto tiempo ha pasado.

Y bueno, tras esta oleada de recuerdos, quiero decir que hoy fue una tarde mágica, distinta a la de hace 6 años, hoy no hubo café, cigarro, ni pan y en su lugar encontré un cielo precioso que enmarcó por varios minutos a nuestra bandera, un cuarteto llamado «Cuerdas in Crescendo» que me parece excelente y una feria del libro en el Zócalo un tanto ecléctica. Sí, ecléctica tal cual: los asistentes a una boda elegantísima atravesaban la plancha de prisa,  defensores del «2 de octubre no se olvida» se plantaron ahí para q no se nos olviden, una catrina deambulando, unos enamorados que al ver el cielo y la bandera no pudieron hacer otra cosa que sonreír y besarse, libros y libros, chocolate chiapaneco, gente mirando los edificios iluminados, otros comiendo antojitos (que por supuesto no pueden faltar) y unos más, como yo, vagando un poco y disfrutando de una tarde llena de cosas simples, que por simples, suelen pasar desapercibidas.

Entry filed under: Emociones, Música, Soy yo.

Música en Yucatán Yo les llamo a los muertos mis amigos…

Deja un comentario

Trackback this post  |  Subscribe to the comments via RSS Feed


octubre 2008
L M X J V S D
 12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
2728293031  

Categorías

Páginas